Carlos
Taibo y Raimundo Viejo no son de los que se callan. Supongo que años de
teorización política, ensoñación filosófica y relajada rutina les permiten
diseccionar e interpretar, confundir y denostar como les da la gana. Bueno, es lo que llamamos libertad de expresión.
Está
muy bien aportar visión crítica como lo hacen ellos a las labores del
trabajador industrial, el currante, el obrero en pleno sentido decimonónico de
la expresión. No estaría de más aportar ya de paso alternativas cuando el
primero de ellos critica el desgaste ecológico que supone la minería, por
ejemplo, pero a estas alturas es realmente moderno plantarse en lo absurdamente
extremo y claro, picar carbón, como talar un árbol, como construir una escuela,
no dejan de ser formas de deteriorar el medio ambiente. Digo yo que encantados aceptarían los
mineros un trabajo digno a la vez que ecosostenible, pero que se sepa protestan
precisamente porque no se les ofrece salida alguna del barco que desde el poder
les están hundiendo; sin embargo, ahí ya no se digna a adentrarse. Después se
sorprenden cuando la ecología en su conjunto se muestra tan fácilmente
criticable.
Lo
que ya no veo tan bien es delirar como lo hace Raimundo y le aplaude su admirador
Carlos al entrar en el tema de la acción. “Estudiantes e indignados,
contrariamente a esa flipada de los mineros que rula por la red, no sólo
consiguieron echar a los mossos de Plaça Catalunya; lo hicieron, además, sin
necesidad de cohetes, dinamita, capuchas, ni toda la parafernalia: puro aikido
de la multitud”.
O
vivimos en mundos paralelos o no fueron precisamente los mossos quienes
salieron a patadas de dicha plaza. De hecho, creo recordar que la cantidad de
hostias que se comieron los que ahí estaban fue de antología, o al menos eso fue lo
que denunciaron tanto ellos como nosotros. Parece que por “aikido de la multitud” -expresión
bastante "flipada", ya que estamos- el bueno de Raimundo entiende llevarse palos
rodeado de otros tantos y que entre tres maromos te chafen la cara con la rodilla y te asfixien mientras te retuercen las muñecas, y aún te caigan algunos porrazos de
propina. Bravo por el aikido de la multitud, llevando a quien lo practica al
paraíso del placer mediante el dolor. Pura doctrina sadomaso.
![]() |
Fuerzas del orden bloqueadas ante el sereno pacifismo indignado |
Dinamita, capuchas y parafernalia han podido, le pese a quien le pese, mantener
bastante más alejados a los guardianes del sistema, concretamente a la distancia máxima de alcance de esos graciosos lanzacohetes improvisados, pero el autor prefiere no profundizar tampoco en este punto. Ignora el significado que tiene que un grupo
de trabajadores se organice y ponga en jaque a esas fuerzas ahora como hace
ochenta años, que si quisieran frenarlos tendrían que sacar al ejército a pegar
tiros justo como pasaba entonces. La heróica y casi divina resistencia pasiva
de los indignados está a años luz de lograr, cuanto menos, evitar que les
rompan la cara a golpes; pero claro, agitar las manos desnudas es tan
jodidamente simbólico que bien vale la pena protagonizar unas cuantas fotos en
los medios. A pesar de todo, las plazas –lugares de vital importancia productiva
y enorme valor simbólico para el capitalismo, según parece- se ven bastante
vacías tanto hoy como hace unos meses.
Pero
es lo que hay: a quienes inexplicablemente les arde la lengua pronunciando la palabra trabajador les jode que los
rescoldos de la lucha obrera todavía se agiten. Es mejor unir a todos los ciudadanos –gente con iguales derechos políticos, que no económicos ¡bien por estos genios anticapitalistas que no cuestionan el capitalismo!- y llenar de simbolismo, poesía y estados de
facebook el mundo virtual.
Ojalá
pudiesen entender que los mineros, tanto con su trabajo concreto sacando carbón
como con su respuesta y organización son muchísimo más que simples peones
pidiendo trabajo. Son un símbolo, es así de sencillo.
Son
un símbolo histórico para el trabajador que sólo ha conocido un mundo industrial.
Históricamente, el último reducto contra las prácticas del capitalismo que los
oprimía tanto como los necesitaba para alimentar sus máquinas. Su movilización ha resucitado movimientos que parecían
condenados al fracaso; su increíble forma de actuar ha inspirado a sectores
enteros de la población que estaban alejados de la lucha social y callejera. Son, por más motivos que nadie, la fuerza de trabajo alzada frente al beneficio de unos pocos. Y qué decir a
los que critican que se subvencionen determinados sectores de la industria: no
os quepa la menor duda de que todo se puede conseguir más barato, sobretodo cuando
la mano de obra es esclava como en el Tercer Mundo. Nunca puede perjudicarnos
disponer de agricultura o minería propias con las que autoabastecernos y crear
puestos de trabajo, aunque los patriotas olviden sus argumentos cuando de obreros reivindicando se trata.
Por
lo tanto, cuando quiera revolucionar el twitter no dudaré en apostar por la
resistencia nula que defienden entre otros estos dos intrépidos revolucionarios de sillón, aventureros de la
tienda de campaña -mientras la temperatura oscile entre los 22 y 32 grados-. La #spanishrevolution debe de estar ardiendo ahora mismo por lo que cuentan en sus blogs, si bien no se ve más humo que el de las barricadas de Asturias. Qué menos que no atreverse a ridiculizar a
quienes han optado por una resistencia física, activa y directa.
Artículo de Carlos Taibo: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=151663
Web de Raimundo viejo: http://raimundoviejovinhas.blogspot.com.es/